sábado, 12 de octubre de 2013


En un bonito pueblo había una casita que tenía fama por ser la más limpia y reluciente. En ella, vivía una simpática ratita que era muy, pero que muy presumida.
Un día, mientras barría la puerta de su casa, la Ratita vio algo en el suelo:

-¡Qué suerte, si es una moneda de oro! Me compraré una cinta de seda para hacerme un lazo. Entonces se fue a la mercería del pueblo y se compró el lazo más bonito.

-Tra, lará, larita, limpio mi casita, tra, lará, larita, limpio mi casita! cantaba la Ratita, mientras salía a la puerta para que todos la vieran.

- Buenos días, Ratita dijo el señor Burro. Todos los días paso por aquí, pero nunca me había fijado en lo guapa que eres.

- Gracias, señor Burro dijo la Ratita poniendo voz muy coqueta.

- Dime, Ratita, ¿te quieres casar conmigo?

- Tal vez – respondió la ratita -. Pero ¿cómo harás por las noches?

-¡Hiooo, hiooo! bufó el burro soltando su mejor rebuzno.

Y la Ratita contestó:

-¡Contigo no me puedo casar, porque con ese ruido me despertarás!

Se fue el Burro bastante disgustado, cuando, al pasar, dijo el señor Perro:

-¿Cómo es que hasta hoy no me había dado cuenta de que eres tan requetebonita?. Dime, Ratita ¿te quieres casar conmigo?

- Tal vez, pero antes dime: ¿cómo harás por las noches?

-¡Guauuu, guauuu.

-¡Contigo no me puedo casar, porque con ese ruido me despertarás!

Mientras, un Ratoncito que vivía cerca de su casa y que estaba enamorado de ella veía lo que pasaba. Se acercó y dijo:

-¡Buenos días, vecina!

-¡Ah!, eres tú! dijo sin hacerle caso.

-Todos los días estás preciosa, Pero hoy más.

-Muy amable, pero no puedo hablar contigo porque estoy muy ocupada.

Después de un rato pasó el señor Gato y dijo:

-Buenos días, Ratita, ¿sabes que eres la joven más bonita? ¿Te quieres casar conmigo?

-Tal vez dijo la Ratita-, pero ¿cómo harás por las noches?

-¡Miauuu, miauuu! contestó con un dulce maullido.

-¡Contigo me quiero casar, pues con ese maullido me acariciarás!

El día antes de la boda, el señor Gato invitó a la Ratita a comer unas cuantas golosinas al campo, pero mientras preparaba el fuego la Ratita miró en la cesta para sacar la comida, y…

-¡Qué raro!, sólo hay un tenedor, un cuchillo y una servilleta; pero ¿dónde está la comida?

- ¡La comida eres tú! dijo el Gato, y enseñó sus colmillos.

Cuando iba a comerse a la Ratita, apareció el Ratoncito, que, como no se fiaba del Gato, los había seguido hasta allí. Entonces, cogió un palo de la fogata y se lo puso en la cola para que saliera corriendo.

-Ratita, Ratita, eres la más bonita – le dijo el Ratoncito muy nervioso. ¿Te quieres casar conmigo?

- Tal vez, pero ¿cómo harás por las noches?

- Por las noches dijo él-, dormir y callar.

- Entonces, contigo me quiero casar.

Poco después se casaron y fueron muy felices.

FIN

lunes, 16 de septiembre de 2013


"Cuando hayas cortado el último árbol, contaminado el último rio y pescado el último pez, te darás cuenta de que el dinero no se puede comer".
José Martí

miércoles, 11 de septiembre de 2013

-   Las Ovejas   -



Apacentando un Joven su ganado,
gritó desde la cima de un collado:
«¡Favor!, que viene el lobo, labradores».
Éstos, abandonando sus labores,
acuden prontamente,
y hallan que es una chanza solamente.
Vuelve a clamar, y temen la desgracia;
segunda vez los burla. ¡Linda gracia!
Pero ¿qué sucedió la vez tercera?
Que vino en realidad la hambrienta fiera.
Entonces el Zagal se desgañita,
y por más que patea, llora y grita,
no se mueve la gente escarmentada,
y el lobo le devora la manada.

¡Cuántas veces resulta de un engaño,
contra el engañador el mayor daño!

Poesia de:

Félix María de Samaniego

martes, 3 de septiembre de 2013

-   El Faro   -
Abajo, roca y aguas: el multífono grito
de las olas que rompen; y a su caricia ruda,
con un cendal de espumas la base de granito,
alternativamente, se viste y se desnuda.

Y arriba, yergue el faro su construcción aguda;
—el faro, que es la estatua del Cíclope del mito—
altivo, como el símbolo de una soberbia muda;
solemne, como un dedo que apunta al infinito.

¡El faro!… Luminoso rey de las lejanías…
Titán que vio por siglos la muerte de los días.
Contemplador de mudos solares misereres,

la vesperal tristeza petrificó sus músculos,
¡y aún aguarda en el cerebro —loco de atardeceres—,
el sueño de la última llama de los crepúsculos!…

Poesia de Rubén Martínez Villena

domingo, 1 de septiembre de 2013

En bicicleta llega la primavera

 y trae un mandilón y una pamela.

 Azul el canesú como los lirios,

 y los bolsillos rojos como las fresas.

 En la pamela tiene un lazo y una cinta,

 amarillo con blanco de margarita.

 En bicicleta viene la primavera

 y su bici es tan verde como la hierba.

 Como los girasoles son las dos ruedas

 y por donde ella pasa saldrán violetas.


Un poema de Aurelio González Ovies

sábado, 24 de agosto de 2013

viernes, 23 de agosto de 2013